Un reto urgente: Puebla envejece a gran velocidad y especialistas advierten necesidad de políticas para garantizar un futuro digno
- N. Poblana
- 2 dic
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Puebla, Pue. 2 de diciembre de 2025. El panorama demográfico en Puebla enfrenta un cambio disruptivo: el número de personas adultas mayores crece aceleradamente, lo que plantea retos profundos en materia de salud, seguridad social, empleo y bienestar. Especialistas señalan que, sin políticas públicas estructurales, la actual tendencia podría derivar en una crisis social y económica para buena parte de la población de la tercera edad.
Envejecimiento acelerado y proyecciones alarmantes
Según datos recientes, en 2020 en Puebla había alrededor de 745 419 personas de 60 años o más; para 2050, esa cifra se proyecta a casi 1.76 millones, un aumento de 136 % respecto a la población actual en ese rango. Actualmente, los adultos mayores constituyen casi una de cada diez personas en la entidad, y todo indica que para 2050 más de uno de cada cinco poblanos será adulto mayor.
Este crecimiento, aunque es una señal de avance en esperanza de vida, trae consigo una recalibración necesaria del Estado de bienestar: salud pública, pensiones, servicios sociales, cuidados domiciliarios y vivienda adaptada deberán ser revisados con urgencia.

Brechas estructurales: pobreza, informalidad y necesidades no cubiertas
El envejecimiento poblacional en Puebla no sucede en condiciones ideales. Se estima que más de la mitad de los adultos mayores enfrentan carencias básicas: vivienda digna, servicios de salud adecuados, equipamiento del hogar, ingresos suficientes o pensiones. De estos adultos mayores, solo un porcentaje mínimo cuenta con pensión formal, dado que la mayoría trabajó en empleos informales o precarios. La situación se agrava en mujeres, muchas de las cuales vivieron sin seguridad social, prestaciones o cotización suficiente, lo que incrementa su vulnerabilidad en la vejez.
Además, un número considerable de personas de la tercera edad siguen activas laboralmente —no por voluntad, sino por necesidad— muchas veces en empleos de bajos ingresos, lo que evidencia la insuficiencia de los mecanismos actuales para garantizar una jubilación digna.






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