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De Colombia a Puebla: una estilista que conquistó con pasión y técnica

  • Foto del escritor: N. Poblana
    N. Poblana
  • 1 oct
  • 2 Min. de lectura
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Puebla, Pue. 1 de octubre de 2025. Cuando decidió venir a Puebla por amor, Gloria Kano no imaginó que terminaría convirtiendo su talento en una marca reconocida dentro de la ciudad. Su llegada se dio por el vínculo sentimental, pero fue su destreza en técnicas de estilismo —con raíces colombianas— la que hizo que muchos se enamoraran de su trabajo, y la comunidad poblana la arropó como una más de sus emprendedoras.

Desde sus primeros meses en la capital poblana, Gloria comenzó a aplicar conocimientos adquiridos en Colombia: tratamientos capilares especializados, técnicas de coloración y estilos adaptados a cada tipo de cabello. La novedad generó expectativas. Rápidamente, clientes curiosos acudieron a probar sus servicios, atraídos por el efecto de innovación, calidad y cuidado que ella ofrecía. En poco tiempo su línea capilar se volvió referencia para quienes buscaban un servicio diferente, personalizado y con sello profesional.


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Su reputación creció no solo por técnica, sino por empatía. Gloria comparte cómo su origen migrante la impulsa a conectar con quienes llegan de otros lugares o quienes desean reinventarse. Su estudio no solo es un salón de belleza: es un espacio de confianza donde escucha historias, identifica necesidades capilares particulares y busca transformar la experiencia del cuidado personal. Hoy, muchos la reconocen como “la colombiana que quedó por su arte en el cabello”.

Pero su historia no está exenta de desafíos: instalarse, adaptarse a un nuevo mercado, entender precios locales y consolidar clientela implica esfuerzo continuo y aprendizaje cultural. Gloria asegura que Puebla no solo la acogió por su conocimiento, sino que le brindó respaldo: clientes fieles, recomendaciones boca a boca y una comunidad que valora su aporte.


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Para ella, esta estancia no se define por el “por amor” inicial, sino por lo que ha construido: una profesión forjada con pasión, creatividad y trabajo constante. Hoy su línea capilar no es solo un producto, es símbolo de que, con talento y persistencia, un migrante puede hacer más que adaptarse: puede transformar el paisaje donde decide permanecer.

 
 
 

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